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En nuestro devocional anterior, Salmos 147:10–11 nos enseñó lo importante que es temer a Dios para agradarle.
El Señor no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la fuerza del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor.
En el devocional de hoy, quiero que veamos la segunda cuestión necesaria que le agrada a Dios. De acuerdo a este Salmo, son aquellos que esperan en la misericordia de Dios.
Nos deberíamos preguntar por qué Dios puso estos dos aspectos juntos: el temor a Él y esperar en Su misericordia. A primera vista, estos dos aspectos no tienen nada en común, pero sí.
Nos muestran cómo Dios realmente comprende nuestra naturaleza. Que inclusive aquellos que le reverencian, que verdaderamente le temen y tratan de vivir para Él, a veces se quedan cortos. Y en esos momentos de debilidad, necesitan la misericordia de Dios.
De hecho, el libro de Proverbios nos dice que el justo cae siete veces, pero se levanta nuevamente.
Mire: yo amo a Dios, intento servirle lo mejor que puedo y caminar con Él. Pero estoy sumamente agradecido por Su misericordia. Gracias a Dios que es misericordioso, ya que hay ocasiones en las que necesito de Su misericordia desesperadamente, y apuesto a que usted también.
Amigo: si ha tropezado y hoy se siente a un millón de kilómetros de distancia de Él, no se desespere. Dios se agrada de aquellos que esperan en Su misericordia. Él se deleita cuando usted le pide misericordia. No estará enojado.
Recuerde, solamente los culpables necesitan misericordia. Y Dios se agrada cuando usted en su culpabilidad lo busca, y cuando espera en Su misericordia.
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