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Una de las verdades más grandes de la vida cristiana es que usted y yo podemos conocer la paz de Dios en nuestras vidas porque tenemos paz con Dios. Como creyentes, necesitamos vivir nuestras vidas con la paz de Dios.
¿Se siente preocupado por algo en este momento? ¿Finanzas? ¿Hijos? ¿Matrimonio? ¿Empleo? ¿Salud? ¿Algo que alguien dijo de usted? ¿Cómo resultará cierta situación?
Si está preocupado por algo, las siguientes indicaciones son para usted, y están tomadas de Filipenses 4:6–7:
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Hable con el Señor sobre sus problemas, intercalando la acción de gracias con su petición. Él ha prometido darle paz si lo hace.
Lo dejo con estas palabras del Dr. Stanley Jones:
“Estoy internamente formado para la fe, y no para el temor. El temor no es mi tierra natal; la fe sí lo es. Estoy hecho de tal manera que la preocupación y el afán es arena en la maquinaria de la vida; la fe es el aceite. Un doctor de la Universidad Johns Hopkins dijo: ‘No sabemos por qué las personas que se preocupan se mueren más pronto que aquellas que no se preocupan, pero es una realidad’. Pero yo, aunque soy simple de pensamiento, creo saber por qué: estamos internamente formados—para la fe, y no para el temor. Dios nos diseñó así. Vivir con preocupación es vivir en contra de esta realidad”.
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