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Hoy llegamos al último mandamiento para el matrimonio. El mandamiento está basado en el décimo mandamiento dado al pueblo de Israel en Éxodo 20:17:
No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. (RVR1995)
Este mandamiento es bien directo. No codiciarás. No esté descontento con lo que tiene. No haga de lo que no posee el enfoque de su vida. Dé gracias por lo que sí tiene y por todo aquello con lo que Dios le ha bendecido a usted y a su cónyuge.
Usted hace eso al celebrar los puntos fuertes y las habilidades de su esposo o de su esposa en vez de pensar: “¡Ojalá que fuera de otra manera!”.
Si mi esposa Janet me comparara con sus hermanos, yo tendría un gran problema. Sus hermanos son ese tipo de personas que saben arreglar casi cualquier problema mecánico. Si usted va conmigo en mi vehículo y éste sufre una avería en medio de un camino desolado, vamos a estar en serios problemas. Puedo orar, pero no espere que arregle el carro.
Sus hermanos son excepcionales. Uno de ellos acaba de construir una casa y, si alguna cosa mecánica se avería, él es capaz de arreglarlo.
Aun cuando no soy el tipo de persona que lo sabe arreglar todo, hay cosas en las que soy muy bueno. Estoy bien agradecido que Janet quiere maximizar esas cualidades en mí y darme alas. Y yo quiero hacer lo mismo con ella.
Siempre se meterá en problemas si cree que el césped es más verde del otro lado de la cerca. Simplemente, riegue su propio césped. Por cierto, al otro lado de la cerca todo lo que hay es un césped sintético.
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