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En el principio de Isaías 55:3 y 6, Dios invita a Su pueblo a que venga a Él y tenga comunión con Él.
Inclinad vuestro oído y venid a mí; escuchad y vivirá vuestra alma…. “¡Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano!” (RVR1995)
En Isaías 55:10–11, se nos dice lo que les sucede a aquellos que responden a esta invitación, al llamado de Dios, cuando vienen, le buscan y le escuchan:
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié”. (RVR1995)
De la misma manera que la lluvia trae bendición cuando riega la tierra (haciendo que traiga abundante cosecha y frutos en la vida de las personas), asimismo la influencia espiritual de Dios trae frescura y productividad en nuestras vidas.
¿Cuál es la influencia espiritual de Dios? Es el impacto de Su Palabra y de Su Espíritu en los corazones de Sus hijos.
Cuando usted viene a Dios, cuando usted responde a su llamado para buscarle e inclinar su oído, Él le hablará. Y el efecto que Su Palabra tiene cuando Él habla a su vida, a su corazón, es el mismo efecto que la lluvia tiene en la tierra.
Su Palabra, al penetrar en su corazón, traerá frescura, iluminación y, por último, frutos. Traerá un avivamiento a su corazón, y por ende crecimiento espiritual y progreso.
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