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A medida que continuamos considerando la prosperidad, quiero guiar su atención a Lucas 12:31:
Ustedes, por el contrario, busquen el reino de Dios, y estas cosas les serán añadidas.
Este es un principio sencillo pero muy poderoso para su vida: debemos poner el Reino de Dios en primer lugar si queremos alcanzar la prosperidad de Dios.
Muchos cristianos se enredan en el impulso de prosperar y se olvidan de que el deseo de Dios es que busquemos Su Reino. De hecho, creo que algunos hijos de Dios hoy en día están frustrados al esforzarse por prosperar. Pueden ver las promesas de prosperidad en la Palabra, pero se quedan cortos y se están preguntado: “¿Dios, qué pasa?”
En verdad yo creo que esto es una cuestión del corazón. Dios no les está prosperando porque quizás no sean lo suficientemente maduros espiritualmente para manejar el grado de prosperidad que están buscando. Quizás les pueda hacer daño.
Esto me recuerda a un joven compañero de trabajo, hace muchos años. Aunque era creyente, estaba batallando económicamente. Una noche cenábamos en un restaurante después del trabajo cuando me compartió una situación difícil por la que estaba atravesando.
Oramos para que Dios hiciera algo sobrenatural para ayudarle en ese momento de necesidad. Dos días después, recibió una herencia inesperada. ¡Era grande! Y, ¿sabe qué? La semana siguiente no se presentó a trabajar, sino que se fue de parranda. De repente, terminó con la vida de iglesia que tenía y dejó su relación con Dios. No tenía la madurez para manejar el éxito.
Creo que el éxito ha arruinado a más personas que el fracaso. Se ha dicho que el dinero es la cuestión más peligrosa que Dios te puede confiar.
Busque a Dios. Y, cuando Él le prospere, ¡continúe buscándole!
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