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En el devocional anterior, hablamos sobre cómo, cuando usted le pide a Dios sabiduría, Él se la revela a su espíritu—ese lugar secreto. Sin embargo, hay un requisito muy importante para que Dios le revele esa sabiduría. Usted debe pedirla por fe.
Santiago 1:6–8 nos dice:
Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace.
Usted no puede titubear entre dos opiniones. Si no se ancla en la promesa de Dios de que Él le dará Su sabiduría, será llevado de un lado a otro por las opiniones de otros, por sus sentimientos, por las circunstancias, y no recibirá nada de Dios.
Hace poco tiempo, fui con unos amigos en un pequeño bote a Catalina (una isla que se encuentra a unos 40 kilómetros de la costa del Sur de California). Justo cuando llegábamos, aproximadamente a eso de las ocho de la noche, el motor se detuvo. Así que remamos hasta un lugar donde pudimos anclar.
Después de pedir auxilio por radio, llegó una tormenta. El viento comenzó a soplar y la lluvia empezó a caer. Tuvimos que esperar dos horas antes de que llegaran a auxiliarnos.
¿Sabe qué? Si no hubiésemos anclado, el viento nos habría arrojado a alguna parte en medio del Océano Pacífico.
Amigo, debe echar el ancla. Debe pedir por fe. No puede titubear. Si va a recibir la sabiduría de Dios no puede ser inconstante.
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