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En 2 Pedro 1:2–4 dice:
Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor. Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.
Quiero subrayar el versículo 4 donde las Escrituras declaran que, a través de las promesas, somos partícipes de la naturaleza de Dios.
La promesa es la conexión, el canal por el cual Dios fluye a través de nosotros.
Quizás se pregunte: “¿Cuál es la naturaleza de Dios?” ¡Es la respuesta de todo lo que pueda necesitar! Su naturaleza es vida, salud, paz, sabiduría, abundancia. Hay una respuesta en la naturaleza de Dios para cada una de las necesidades del ser humano.
Es por eso que las promesas se denominan “preciosas y maravillosas”. Sin una promesa, no hay un canal. Sin una promesa, no podemos ser partícipes.
Pero cuando usted toma una promesa—preciosa y maravillosa—y actúa por fe, la naturaleza de Dios se libera en su situación.
¡Agradézcale a Dios por Sus promesas!
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