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Uno de los indicadores más verdaderos de si la vida espiritual de un individuo está progresando o decreciendo es la oración. Y si su vida de oración está disminuyendo, es una muestra segura de que su vida espiritual necesita un avivamiento.
Salmos 80:18 lo dice de la siguiente manera: “Así no nos apartaremos de ti; vida nos darás e invocaremos tu nombre” (RVR1995).
La oración es para la vida espiritual lo que respirar es para la vida física. Si su respiración no es muy profunda e intermitente, algo está mal. Es una señal de que no está saludable. Si su respiración es profunda y regular, es una señal de una buena salud.
En una ocasión, leí una historia sobre un soldado de la Segunda Guerra Mundial que había sido llamado a comparecer ante su superior y acusado de espiar. El superior le dijo: “Le han visto entrar en una zona de selva donde sabemos que hay patrullas enemigas, y pensamos que usted les está pasando información”.
El superior le exigió que explicase porqué había ido a ese lugar. Y el soldado simplemente dijo: “Solamente entré ahí para tener una hora a solas en oración”. El oficial le ordenó que se hincara y le mostrará cómo había orado.
El soldado se hincó, pensando que lo ejecutarían por traición, y comenzó a clamar a Dios. Inmediatamente, fue obvio que había estado en la intimad con Dios. El superior lo detuvo y dijo, “Es suficiente. Se puede marchar”. Entonces habló con otro oficial y dijo: “Nadie puede orar de esa manera sin un largo aprendizaje”.
Cuando se trata de orar, ¿dónde se encuentra? ¿Sus oraciones son profundas y regulares? ¿O son superficiales, esporádicas, e intermitentes? Si no son muy profundas, es una muestra de que su corazón necesita ser avivado.
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