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Proverbios 27:2 nos dirige unas palabras muy sabias:
Que te alabe el extraño, y no tu boca. (LBLA)
Hay muchas personas, incluyendo cristianas, que parecen pensar que Dios no sabría qué hacer sin ellas. Piensan que ellos son la razón del porqué experimentan tanto éxito.
Se ha dicho que un hombre centrado en sí mismo viene a ser un paquete muy pequeño.
Cuando Dios le otorgue éxito y le bendiga, debe permanecer humilde para poder seguir siendo útil para Dios. Las Escrituras dicen que el orgullo va antes de la destrucción, y un espíritu arrogante antes de la caída.
Hay muchos hombres y mujeres que en un momento u otro se encontraban arriba, pero ahora están abajo. Sé de muchos ejemplos tanto dentro como fuera del ministerio. Se me viene a la mente una historia en particular cuando pienso sobre este principio.
Había un ministro que en una ocasión dijo, mientras suplicaba por dinero: “Nadie está haciendo lo que nosotros estamos haciendo a través del mundo, y Dios nos necesita para continuar esta labor. El mundo no puede ser alcanzado sin nuestro ministerio”.
Aunque reconozco que sí estaba haciendo un trabajo excepcional en varios países, en el momento en que dijo: “Dios no sabría qué hacer sin nosotros”, pensé en el personaje de ficción torpe y pequeño, Humpty Dumpty. Pensé, “¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Oh, no!” Supe que iba a caer.
Y, ¿sabe qué? Este hombre ya no está en la posición de prominencia en la que una vez estuvo. Y, al parecer, Dios sí supo qué hacer sin él.
No cante sus propias alabanzas. Permita que otros le feliciten si quieren, pero al final del día ofrezca esas alabanzas a Aquel que realmente se las merece: el Señor.
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Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que divida la herencia conmigo. Pero El le dijo: ¡Hombre! ¿Quién me ha puesto por juez o árbitro sobre vosotros? Y les...
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