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Quisiera que nuevamente leyera la Escritura que leímos en el devocional anterior, Tito 2:9–10:
Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos en todo, que sean complacientes, no contradiciendo, no defraudando, sino mostrando toda buena fe, para que adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador en todo respecto. (LBLA)
Hacemos el evangelio poco atractivo cuando vivimos contrariamente a nuestras creencias. El evangelio llega a ser desagradable y poco atractivo a aquellos fuera de la iglesia cuando nuestras vidas no coinciden con lo que decimos que creemos.
Tome los versículos que leemos aquí. Pablo dice que, en efecto, hacemos el evangelio desagradable cuando defraudamos (lo que quiere decir robar cosas de poco valor) o cuando somos respondones con nuestro jefe.
Usted no adorna el evangelio cuando le falta el respeto a su jefe, cuando le roba a la compañía, cuando utiliza los teléfonos y las computadoras en su trabajo para uso personal, cuando alarga la hora del almuerzo, cuando roba lápices, cartulinas, bolígrafos o cualquier otra cosa que pueda conseguir.
No debería adornar el evangelio con harapos y después pasar trataditos a todos sus compañeros de trabajo o invitar a su jefe a almorzar.
Esta verdad no solamente se aplica al trabajo. No viva contrariamente a sus creencias en ningún lado. No viva un doble estándar en su hogar. Si lo hace, sus hijos no querrán servir a Cristo. Si usted practica algún deporte y es mal hablado, hace trampa, o tiene un temperamento explosivo, usted viste el evangelio de harapos.
En 2 Corintios 3:2 Pablo declara: “Ustedes son nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres” (NBLH).
La realidad es que nosotros somos la única Biblia que las personas leerán. Ellos están viendo nuestras vidas.
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