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En 1 Pedro 3:10–11, Pedro provee un importante mandato en nuestras relaciones con otras personas:
En efecto, el que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.
Quiero dirigir su atención a la última parte del versículo 11: “Que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga”. Esto quiere decir que debemos buscar la paz con las personas.
Este mandamiento lo refuerza el escritor de Hebreos en Hebreos 12:14:
Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (LBLA)
Quiero que tome nota de la primera parte del versículo. ¿Con cuántas personas debemos buscar la paz? Con todos. ¿Eso incluye a su vecino? ¿Qué tal a su mamá? ¿Qué tal a su papá? ¿Qué tal a sus hijos? ¿Su jefe? ¿Sus parientes? ¿Qué tal ese individuo que al parecer tiene el don de hacerle enojar? ¿Qué tal aquellos que son groseros e iracundos?
Se nos dice que debemos buscar la paz con todas las personas. No es una sugerencia. Es un mandato. Y ese mandato nos lo aclara Romanos 14:19, que dice:
Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua. (LBLA)
Las cosas que edifican crean paz; las cosas que destruyen quiebran la paz. Tenga en cuenta esto la próxima vez que tenga una fuerte discusión con su esposo o esposa. Pregúntese: “¿las cosas que estoy diciendo en este momento están edificando a mi pareja o la están destruyendo?”
Procure la paz con todas las personas eligiendo palabras y acciones que las edifiquen.
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