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En los últimos devocionales hemos estado hablando sobre cómo buscar el amor. Hoy veremos un pasaje en donde las Escrituras nos enseñan cómo es el amor de Dios. En 1 Corintios 13:4–8:
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.
Si usted es cristiano, lo que acaba de leer sobre el amor de Dios ya es parte de usted. No es algo fuera de usted que necesite buscar. Es algo que está en usted y que necesita salir.
Romanos 5:5 nos dice:
Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. (LBLA)
¡El amor de Dios ya ha sido derramado en su corazón! La capacidad de hacer todo lo que dice 1 Corintios 13:4–8 ya está en usted. Tiene la capacidad de no ser malhumorado o resentido, o de ser apacible, o de no buscar lo suyo ni insistir en sus derechos. También puede sufrir mucho y ser amable, y creer en lo mejor de todas las personas.
La Biblia no está hablando de buscar el amor como si estuviera ausente en su vida, sino de buscar la forma de expresar el amor con propósito y permitir que se manifieste con palabras y con acciones.
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