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Salir del hoyo en realidad no es complicado. Salmos 40:1–2 nos dice el primer paso:
Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor, y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. (RVR1995)
El primer paso para salir del hoyo de la desesperación es clamar a Dios. Él escuchará su clamor, y lo sacará de ese hoyo.
Sin embargo, su respuesta no siempre es instantánea. Fíjese que David dijo: “Pacientemente esperé a Jehová” (Salmos 40:1 RVR1995). La respuesta a su clamor no fue obvia hasta después de un tiempo. Si le tomó bastante tiempo enrollarse en cosas que no le convenían, es muy probable que también le tome bastante tiempo librarse de ellas.
Hace varios años, fui de cacería con un amigo. Se suponía que iba a volar en una avioneta hacia una pradera a 15 kilómetros dentro del bosque donde me iba a reunir con él.
Por varias razones, terminé llegando seis horas tarde al lugar de recogida. Mi amigo no estaba ahí, así que durante los siguientes 20 minutos el piloto de aquella avioneta intentó convencerme de que no me quedara. Me dijo que había pumas, osos, lobos—¡que terminaría comido vivo!
Finalmente se fue, y alrededor de las dos de la mañana escuché un ruido. No era un oso, era mi amigo con los caballos.
Creo que el diablo es como el piloto de la avioneta. Siempre trata de lavarnos el cerebro para que nos rindamos y nos paralicemos. Sin embargo, nos podemos perder las bendiciones más grandes de nuestras vidas cuando no somos pacientes.
Clame a Dios, Él le responderá. ¡Así de sencillo! Pero esté preparado para ejercitar la paciencia.
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