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El pasaje que quiero que consideremos hoy es Efesios 4:8–10:
Por esto dice: “Cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres”. (¿Qué quiere decir eso de que “ascendió”, sino que también descendió a las partes bajas, o sea, a la tierra? El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo).
Antes de que Jesús ascendiera, ¿qué fue lo que hizo? Descendió. Yo no escribí eso. La Biblia lo dice. Y cuando descendió, ¿qué fue lo que hizo? Llevó cautiva la cautividad. Eso se refiere a los santos del Antiguo Testamento, aquellos que estaban en lo que se llama el “Seno de Abraham” o el Paraíso.
Jesús fue a ese lugar. Estaban en cautiverio en el sentido de que no se podían ir al cielo hasta el sacrificio de Cristo. Sin embargo, después de que Cristo murió y pagó por nuestros pecados, Él fue y liberó el Paraíso y llevó cautiva la cautividad. Se llevó a los santos al cielo.
Esto es lo que quiero que tome en cuenta. Jesús, a través de Su muerte y Su resurrección, derrotó al infierno y a la muerte. Le quitó las llaves al diablo, le arrancó el poder y la autoridad, y ganó la redención de la raza humana. Después, fue al Paraíso y vio a Abraham, David, Moisés, Ezequiel, Josué, Ester, Rut, y a todas las personas que sirvieron al Señor bajo el Viejo Pacto.
Abrió la puerta y dijo: “¡Amigos, es tiempo de irnos a casa! ¡Ya está hecho! Aquel sobre quien los profetas profetizaron, ¡soy yo! Yo soy esa realidad. ¡Es tiempo para que dejen este lugar y vengan conmigo al cielo!”
Después de que Él descendió, ascendió llevando a todos esos santos del Antiguo Testamento al cielo con Él. Y envió el Espíritu Santo el día del Pentecostés para darnos poder y así contar la historia de Su resurrección y de Su victoria.
¡Que ésa sea nuestra pasión! Proclamar la resurrección de Jesús quien ha pagado el precio por nuestra redención.
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