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Proverbios 15:23 contiene una verdad muy poderosa:
El hombre se alegra con la respuesta de su boca; la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! (RVR1995)
Note que este versículo no solamente habla sobre una palabra dicha, sino sobre una palabra dicha a su tiempo—en su momento oportuno. ¡Cuán buena es!
Es muy importante que las palabras de exhortación, consuelo, consejo, sabiduría, e inclusive palabras de corrección sean dichas a su tiempo. El tiempo es igual de importante que el contenido.
Leí en una ocasión sobre una mujer que invitó a sus amigos y familiares a una cena de Acción de Gracias. Cuando recibieron la invitación, le avisaron que sí estarían ahí. De hecho, esperaban con impaciencia a que llegara la fecha.
Ella realmente se desvivió para organizar todo a la perfección. Horneó pastelitos y pan, cocinó el pavo y otros platillos exquisitos. Cuando la hora se aproximaba para que llegaran los invitados, encendió las velas y puso los últimos toques en los adornos de su casa.
El problema fue que nadie llegó.
Después, se acordó de que el calendario que tenía era el de uno de los negocios de aquel lugar. En el calendario decía que el día de Acción de Gracias era el 21 del mes en vez del último jueves del mes como es costumbre cada año. Aunque al principio estaba extrañada, después se dio cuenta de que ella misma se había equivocado de día.
¡Había preparado el exquisito banquete una semana antes! El contenido era genial, pero el tiempo no tanto.
Lo mismo ocurre con nuestras palabras. Pueden ser las palabras correctas e ideales para la necesidad de esa persona, pero si no son dichas en el momento oportuno, se quedan cortas.
Sea sensible al elegir el momento correcto así como las palabras correctas.
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