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Ezequiel 33:30–32 nos muestra unas palabras directas y desafiantes por parte de Dios:
“En cuanto a ti, hijo de hombre, los de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las puertas de las casas, y se dicen unos a otros: “Vamos a escuchar el mensaje que nos envía el Señor”. Y se te acercan en masa, y se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero luego no las practican. Me halagan de labios para afuera, pero después solo buscan las ganancias injustas. En realidad, tú eres para ellos tan solo alguien que entona canciones de amor con una voz hermosa, y que toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica.
Creo que para algunas personas la iglesia es como asistir a un concierto, especialmente si el predicador es carismático y la música es estupenda. No están escuchando para beber de la verdad de Dios y ponerla en práctica en sus vidas.
¿Cuál es la razón de esta desconexión? Las personas buscan algo más en sus corazones. Claro, sí asisten a la iglesia, escuchan, y hasta dicen “amén” en los momentos adecuados, pero no aplican la verdad de Dios a sus vidas. ¿Por qué? Porque están buscando algo más en sus corazones.
Esto es lo mismo que Pablo le decía a Timoteo en el devocional anterior. ¿Lo recuerda? Como Ezequiel, él dijo: Sus corazones andan tras sus ganancias.
Es muy sencillo: Si su enfoque está en las cosas, su enfoque nunca estará en el que creó todas las cosas. A lo que realmente se reduce esto es a esta pregunta: ¿Qué es lo que realmente está persiguiendo en su vida?
Si no es Dios, entonces su vida está tomando la dirección equivocada.
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