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Si ha estado leyendo los devocionales anteriores, sabe que nos hemos estado enfocando en Filipenses 3:12–14. Hoy quiero darle una última verdad sobre este pasaje.
Se encuentra en el versículo 14 donde Pablo dice: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (RVR1995).
Hoy quiero enfocar nuestros pensamientos en el premio. Según este pasaje, hay una recompensa por recoger, una recompensa que será entregada abiertamente a todos aquellos que son fieles.
De hecho, la palabra griega traducida como premio literalmente significa una recompensa que se entrega públicamente. No es algo que se entrega en privado.
En 2 Timoteo 4:7–8, Pablo dice:
He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. (RVR1995)
Esta corona de justicia es sinónima con el “premio”. Pablo dijo: “Me será dada en aquel Día”. No en el día que Pablo murió, sino más bien en el día que está por venir, cuando estemos juntos delante del trono de Dios.
En aquel día, todos estarán ahí. El Rey David, el profeta Samuel, Elías, Eliseo, Isaías, Moisés, el apóstol Pablo, Pedro, cada santo que ha vivido para Dios en cada generación desde la Resurrección.
En aquel día, estaremos delante de Dios dando cuentas por nuestras vidas. Vamos a ser recompensados públicamente si hemos realizado nuestro trabajo y si hemos corrido dentro de las líneas de nuestro llamado en esta tierra.
¡Le animo a que se prepare para aquel día!
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