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Salmos 85:6 hace una pregunta muy poderosa:
¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti?
Note que el salmista dice “volverás”. Eso me dice que el pueblo de Israel ya había sido avivado anteriormente, pero había menguado, disminuido, y habían llegado al punto donde necesitaban ser avivados nuevamente.
Quizás hoy se encuentre en un lugar donde necesita ser avivado.
Una de las definiciones de avivamiento es la incursión del Espíritu en un cuerpo que amenaza con ser un cadáver. Ésa es una buena definición. Algo necesita ser avivado cuando se está muriendo o cuando ha perdido su fortaleza e ímpetu.
El avivamiento trae vida nueva. Trae un vigor fresco. Trae un ímpetu renovado a aquello que se ha debilitado o se encuentra en un estado de muerte.
En 2 Timoteo 1:6, Pablo le escribe a Timoteo: “Avives el fuego del don de Dios que hay en ti” (LBLA). La palabra avivar literalmente significa volver a encender. En otras palabras, hubo un fuego, pero ha comenzado a perder fuerza. Y ahora necesita ser reavivado.
Quizás últimamente se ha sentido espiritualmente seco. Quizá el fuego que una vez estuvo a todo fulgor por Dios ahora solo es una llamita. Si ése es el caso, es tiempo de volver a encender esas brasas y de que el viento sople sobre esa llama que Dios ha puesto en usted.
Cuando Dios comience a hacer Su obra en su vida, nuevamente se dará cuenta de que su vida se llenará de propósito, y así volverá a alegrarse en Dios.
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